Formentera, 28 Septiembre 2024
Sin duda, este verano de 2024 acumula tal cantidad de accidentes marítimos que superan cualquier registro de años anteriores, a los que hay que añadir el vivido durante esta madruga al embarrancar un velero de unos 15 metros de eslora y bandera francesa en las rocas de la playa de Ses Platgetes, a poca distancia del pueblo de Es Caló.
Probablemente esta proximidad con el pueblo, además de un cúmulo de casualidades, ha hecho que el único tripulante de la embarcación haya salido con vida y pueda contarlo tras su paso por el hospital de Formentera donde ingresó con un cuadro de hipotermia y en completo estado de shock.
A pesar de estar anunciada la entrada de vientos fuertes de dirección noreste, que afecta de pleno la zona de Es Carnatge, donde se encontraba fondeado la tarde anterior el velero y su tripulante, el barco permaneció en la zona y las consecuencias han sido terribles para la embarcación y del mismo modo lo está siendo para esta parte de la costa de Formentera.
Cronología de los hechos
A las 5:00 de la madrugada, al amanecer aún le quedaban mas de dos horas para llegar al horizonte de Formentera, pero Mariano Castelló, vecino de Es Caló, se levantó como cualquier otro día festivo, decidido a salir a cazar con sus podencos.
Las rachas de viento eran fuertes pero Mariano no cambió por eso su paseo habitual. Primero dio una vuelta por la zona de los varaderos de Es Caló y se dirigió por la pasarela hacia Ses Platgetes, a pesar de la oscuridad total que domina la isla a esa hora de la madrugada.
Alarma en la noche
Fue entonces cuando algo rompió la oscuridad reinante: un destello intermitente de luz roja, luz de emergencia en caso de naufragio, sobre las rocas de Ses Platgetes. Señal de localización y auxilio.
Con el corazón acelerado, Mariano se lanzó a la carrera hacia el punto donde veía el destello intermitente, y a pesar de la limitada luz de su frontal, logró distinguir un velero siendo golpeado con fuerza contra las rocas a escasos metros de la orilla.
Junto a la embarcación, una balsa salvavidas estaba atrapada entre los cabos del barco, sin poder llegar a la arena de la playa, también siendo violentamente zarandeada por las olas contra las rocas y contra lo que aun quedaba del casco del velero.
Ayuda de los vecinos
Mariano corrió de vuelta a Es Caló, para despertar a su vecino Joan Torres Mayans y a los miembros de su familia. Sin dudarlo, todos se dirigieron rápidamente hacia Ses Platgetes, con la esperanza de encontrar a los tripulantes del velero y ayudar en lo que pudieran. En cuanto llegaron a la playa, llamaron al 112 para dar aviso de la emergencia.
Poco después, llegaron al lugar los efectivos de la policía local, la Guardia Civil y los bomberos, a la espera de la llegada de la embarcación de Salvamento Marítimo desde Ibiza.
Entre todos los allí presentes, intentaban divisar algún movimiento que diese una pista sobre los tripulantes de la embarcación, pero entre la espuma del temporal y el destello intermitente de la luz de emergencia de la balsa que los deslumbraba, no conseguían ver a nadie.
Fue entonces cuando Joel, de tan solo 14 años, el hijo de Joan, afirmó haber escuchado un quejido que venía de la balsa.
Aunque inicialmente uno de los policías lo achacó al estruendo del viento, la persistencia del joven respecto a lo que había oído, los llevó a confirmar que efectivamente había alguien en la balsa. Un náufrago que apenas tenía fuerza para emitir un gemido desesperado.
Rescate de riesgo
Inmediatamente, volvieron a contactar con Salvamento Marítimo, esta vez solicitando la presencia de un helicóptero de rescate. Sin embargo, la tardanza de su llegada y la situación crítica en la que se encontraba el náufrago llevaron al equipo de bomberos de Formentera a tomar una decisión valiente y arriesgada: intentar el rescate por sus propios medios.
A pesar de las fuertes olas y del evidente riesgo para quien tuviese que saltar a la balsa, los bomberos se adentraron en el mar siguiendo las indicaciones de Joan, gran conocedor de la zona.
Gracias a la determinación y coordinación del equipo de emergencia y el apoyo de los vecinos, lograron sacar al náufrago y llevarlo a la orilla alrededor de las 7:10 de la mañana.
El tripulante del velero fue encontrado en un estado comprensible de shock, con síntomas claros de hipotermia después de haber pasado cerca de cuatro horas en la balsa, empapado y con los músculos agarrotados por el frío y el miedo vivido.
Final feliz para todos
Por suerte, el tripulante logró ser puesto a salvo, y esto fue posible gracias a la rápida y valerosa actuación de Mariano, Joan, Joel, Loles, los bomberos y los cuerpos de seguridad, quienes trabajaron con gran coordinación y determinación. Gracias a su esfuerzo y entrega, el rescate se llevó a cabo sin que nadie resultara herido. La eficacia y el compromiso de todas estas personas fueron cruciales para evitar una tragedia mayor y garantizar que el afectado saliera ileso de esta difícil situación.
Sin embargo, la costa de Ses Platgetes está hoy pagando las consecuencias del naufragio. El velero, atrapado entre las traicioneras rocas, ha sido golpeado sin descanso por la fuerza de las olas. Las embestidas constantes han provocado que la embarcación se desintegre poco a poco, fragmentándose en incontables pedazos que ahora se dispersan a lo largo de toda la orilla. Los restos del barco quedan esparcidos sobre la playa, y se observan en el agua piezas de madera, metal, y otros materiales que antes formaban parte de la estructura del velero, creando una escena desoladora.
Las autoridades locales y los equipos de limpieza se encuentran ya trabajando para intentar recoger los fragmentos y minimizar el impacto medioambiental, pero es un proceso lento y complicado, ya que el viento y la mala mar actual continúan esparciendo los restos por esta zona de la costa. La imagen de la embarcación siendo destruida es un recordatorio de la fuerza del mar y de las consecuencias de no tomar las advertencias en serio.
Responsabilidad en el Mar
Este incidente me lleva a reflexionar sobre la creciente cantidad de accidentes náuticos que ocurren en las costas de Formentera debido a la falta de atención a las previsiones meteorológicas. No solo se pone en riesgo la vida de los tripulantes, sino también la seguridad de los equipos de emergencia y el equilibrio natural de nuestra isla.
Como bien me ha dicho hoy un amigo, cuando en la montaña hay nieve en la carretera y no llevas cadenas, la Guardia Civil no te deja seguir adelante. La pregunta que surge es: ¿por qué no exigimos el mismo nivel de responsabilidad a las embarcaciones de recreo? Es necesario comenzar a establecer regulaciones más estrictas para quienes deciden navegar sin tener en cuenta las condiciones climáticas. Solo así podremos evitar estos accidentes y proteger tanto a las personas como a la naturaleza que nos rodea.
No quiero ser especialmente crítico en este caso y probablemente el tripulante tenga una justificación para haberse encontrado fondeado en la zona a pesar del pronóstico desfavorable que anunciaba estos vientos intensos desde hacía días pero desgraciadamente no es la primera vez, ni será la última, que accidentes de este tipo se producen en nuestras costas y el riesgo es muy alto tanto para tripulantes como gente de buena fe como los nombrados en este artículo que no dudan en poner en riesgo sus vidas por salvar las de los demás.
Soy Ramón Tur, quien está detrás de todo lo que se escribe y fotografía en esta web sobre Formentera.
Descubrí la isla en 1972 cuando mis padres, a bordo de la mítica Joven Dolores, me llevaron por primera vez a pasar unos días de vacaciones desde Ibiza y aquello fue un amor a primera vista que, con el paso del tiempo, se ha reforzado hasta convertir Formentera en mi lugar de residencia desde hace ya muchos años.
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